viernes, 23 de abril de 2010

La Leyenda de la Milagrosa (Cuba)

El Cementerio de Colón, principal cementerio de la Habana, cuenta con más de 130 años, y está ubicado en el Vedado. Es famoso por su arquitectura funeraria y grandiosos monumentos en los que el mármol de Carrara, el granito, y los vitrales, se han utilizado con profusión. Es considerado uno de los más hermosos de América, sus bóvedas están cuidadosamente engalanadas con impresionantes esculturas, muchas de ellas son verdaderas piezas de arte. Este entorno ha dado paso a las más diversas historias y leyendas.

La tumba más popular y sin duda la más visitada es la de Amelia Goyri de la Hoz, una dama de alta alcurnia en vida, conocida ahora como “La Milagrosa”. A esta  tumba desde hace un siglo nunca le faltan las flores ni las visitas de devotos. Era Amelia la sobrina preferida del conde Balboa, y se le atribuyen poderes sobrenaturales desde su muerte de parto en 1901. Esta tumba muestra la estatua de una mujer con un bebé en  los brazos.


 -Amelia-

 Fue Amelia Goyri de la Hoz, una joven aristócrata nacida en la Habana el 29 de enero de 1877,  Amelia se enamora de su primo José Vicente, un joven agraciado pero pobre, el  noviazgo fue rechazado  por los padres de la joven, que aspiraban desposar a su hija con un hombre de mejor posición social.

 José Vicente parte a la manigua con las tropas mambisas, regresando de la guerra en el año 1900 ascendido a capitán del Ejército Libertador, y el noviazgo es finalmente aceptado.  Al año de casados, Amelia Goyri muere víctima de un ataque de eclampsia en el transcurso de su primer parto, el 3 de mayo de 1901, a la tierna edad de  24 años. La joven, que pertenecía a la aristocracia habanera, fue sepultada con su niña entre las piernas, según la costumbre española de la época, en que se les daba sepultura de esa forma a las madres fallecidas durante el alumbramiento.

José Vicente su esposo,  sufre un desajuste mental tras la repentina pérdida de su amada. Comenzó  a  visitar hasta dos veces al día la tumba , vestido de negro, para ”conversar” con Amelia, a quien no creía fallecida. José Vicente observaba un rito durante sus visitas: sonaba una de las cuatro argollas de la tapa del panteón, la de la izquierda, la del corazón de su esposa, y le decía: ”despierta mi Amelia”, y ”hablaba” con ella un largo rato. Cuando abandonaba el lugar, se ponía el sombrero sobre el pecho y caminaba hacia atrás, alejándose lentamente, cabizbajo, sin darle la espalda.

Cuenta la leyenda que tiempo después muere el padre de Amelia, al destaparse la tumba  para enterrarlo en ella, José Ignacio encuentra que Amelia está intacta y la niña se encuentra en los brazos de ella.

La escultura  que adorna la tumba fue esculpida en mármol de Carrara,  en el año 1909 por el artista y amigo de José Vicente, José Villalta de Saavedra, y simboliza la maternidad. El escultor se guió por una foto de la fallecida. El brazo izquierdo de la estatua rodea a un recién nacido y el derecho se apoya en una cruz latina, considerada símbolo del sacrificio.


Comienza a despertar curiosidad la devoción de José Vicente y las historias que cuenta sobre su amada, el relato del bebé transportado a los brazos de su madre en la tumba, la impactante escultura que contribuye al ambiente sacro, y comienza poco a poco a tejerse la historia de santidad de “La Milagrosa”. La tumba empieza a recibir innumerables visitas bajo las protestas del viudo, que pide a las autoridades detenga este flujo de visitantes.

Pero la apasionante leyenda ya está en progreso, se le adjudican favores a la difunta dama,  el brillo de santidad se extiende. Con el cursar de los años llegan  nuevos adeptos de todas partes. Varios milagros son  atribuidos por la población a la nueva santa, desde el poder concebir hijos hasta los buenos partos. Desde entonces, son miles los que la visitan en su morada eterna en busca del tan ansiado milagro, como lo atestiguan las flores acumuladas alrededor del sepulcro, y las lápidas con mensajes de agradecimiento.

La tradición consiste en saludarla, haciendo sonar una de las cuatro argollas de metal que adornan la bóveda, y tocando la parte inferior de la imagen esculpida. Los visitantes le dan la vuelta a la tumba y van solicitando su petición, siempre cuidando no darle la espalda a la estatua mientras se recorre el reducido espacio que ocupa. Se le otorga a “La Milagrosa” grandes y milagrosos poderes,  al punto de que muchos han pedido su canonización por parte de la Iglesia Católica.

Fuente:  http://cjaronu.wordpress.com/category/mitos-y-leyendas-cubanas/

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