Una leyenda de amor
Y cuenta la leyenda que desde ese día, más que atender al gobierno, doña Isabel se pasaba horas enteras en lo más alto del castillo -que por aquel entonces era vivienda del gobernador de Cuba-, escrutinando el horizonte con la esperanza de ver aparecer los barcos que le regresaban a su amado esposo. Aquella vigilia de años, convirtió a Isabel en un personaje legendario.
Soto nunca regresó, murió en las cercanías del río Missisipi, el 30 de junio de 1540, pero su leal esposa continuaba esperándolo. Dicen que Isabel finalmente murió de amor. Unos años más tarde un artista habanero de origen canario, Jerónimo Martín Pinzón (1607-1649) se inspiró en aquella mujer y esculpió una figura en su honor.
Entre 1630 y 1634, y por orden del gobernador Juan de Bitrián y Viamontes fue fundido en bronce y colocada en la parte más alta del baluarte noroeste de la Real Fuerza. El gobernador Bitrán la llamó: “La Giraldilla”, en recuerdo de “La Giralda” de su ciudad natal, Sevilla.
Poco a poco, la Giraldilla se fue convirtiendo en símbolo de la ciudad de La Habana, conservando para siempre en su resistente bronce la leyenda de Isabel de Bobadilla. Durante siglos, la veleta se mantuvo intacta en su sitio original, a pesar de que decenas de huracanes azotaron la Habana. El ciclón del 20 de octubre de 1926 la arrancó de su pedestal y la precipitó al patio de la fortaleza.
La figura que se encuentra en la Real Fuerza hoy en día, es una réplica, la original se halla en el Museo de la Ciudad -antiguo Palacio de los Capitanes Generales.
Fuente: http://cjaronu.wordpress.com/category/mitos-y-leyendas-cubanas/
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