Desde comienzos de la historia, el hombre ha temido y perseguido a las culebras. Nuestro jíbaro no es una excepción a esta regla y no es raro que, al encontrarse con una en el campo, la corte por la mitad con su machete. De las culebras de Puerto Rico, la más temida y perseguida es la boa, Epicrates inornatus, mejor conocida por "culebrón". El culebrón puede llegar a medir hasta seis pies de largo. Al igual que otras boas, no es venenosa y es generalmente poco agresiva, particularmente si la comparamos con su pariente cubana, el Majá (Epicrates angulifer). El culebrón es generalmente de hábitos nocturnos y se alimenta principalmente de pájaros, ratones, ratas y murciélagos. No conocemos el status actual de este animal en la Isla y no sabemos si su población ha disminuido o aumentado. Aunque es de suponer que la población ha mermado considerablemente por la deforestación y la destrucción de los lugares donde solía vivir, algunos piensan que es más abundante de lo que generalmente se suponía y tal vez no se trate de una especie en peligro de extinción. También esta culebra parece estar mejor representada en algunas zonas de Puerto Rico que en otras. Al parecer es más abundante en el norte de Puerto Rico y, en especial, en los bosques de mogotes, pero no se sabe si esta distribución es reciente o si el Culebrón siempre ha estado mayormente limitado a esta zona.
En nuestra Isla todavía existe la creencia de que la manteca de esta culebra tiene efectos curativos y es de especial ayuda para la artritis. Es por esta razón que algunas personas la capturan, la abren y luego extraen la manteca para usos personales o para la venta. No se sabe desde cuando existe esta creencia, pero ya para el 1933 Grant informa de esta costumbre: "Son muchas las sorprendentes historias que abundan y son creídas sobre la boa en esta Isla hoy día. La manteca de culebra está en gran demanda para propósitos "medicinales", pero esta tiene que ser extraída de un animal vivo".
Existe en Puerto Rico otra creencia que también ha causado que se tema y se mate este animal. Se cree que introduce el rabo en la boca de los "bebés" que lloran y, mientras los niños se calman chupándose el rabo, el animal succiona la leche de la madre. Hace unos años, cuando el famoso incidente del Vampiro de Moca, no faltó quien postulara la teoría de que el vampiro no era otra cosa que un culebrón. El New York Times, en el 1929, publica un artículo donde se habla de la introducción de mangostas en Puerto Rico. Dicho artículo postula que las boas matan a hombres y bestias por igual y que hasta los nativos se niegan a adentrarse en los campos para no encontrarse con este peligroso animal. Continúa relatando el mismo autor una sangrienta batalla entre mangosta y culebrón donde la culebra le arroja veneno al mamífero, pero finalmente pierde el terrible combate.
Es importante que el puertorriqueño entienda que el culebrón, lejos de ser dañino (ya que no es venenoso y es poco agresivo), es beneficioso, ya que añade diversidad a nuestros bosques y nos ayuda en el control biológico de ratas y ratones. Es importante que nuestro pueblo comprenda que El culebrón es parte del patrimonio de nuestra Isla y que, al igual que otras especies, tiene el derecho de vivir. Es nuestra responsabilidad moral velar por la protección de esta tan espectacular especie.
martes, 27 de julio de 2010
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